La incidencia de Marjorie Jobson comenzó como miembro de la organización de derechos humanos de las mujeres, Faja Negra (Black Sash en inglés, que originalmente se llamaba Defensa de la Constitución por Parte de las Mujeres), que proporcionaba apoyo a las personas negras sudafricanas afectadas por la legislación del apartheid, a través de oficinas de asesoramiento establecidas en nueve lugares del país. Como codirectora de la rama de Pretoria de la organización, se involucró en el trabajo para poner fin a la ejecución de presxs políticxs en la “cárcel de la horca” de Pretoria. La campaña contra la pena de muerte tuvo éxito cuando el Presidente de Klerk, el último presidente del apartheid, declaró una moratoria sobre la pena de muerte basándose en las pruebas producidas por esa campaña. En 1997, un antiguo recluso del “corredor de la muerte”, el Sr. Duma Kumalo, uno de los Seis de Sharpeville que fueron condenados injustamente por el asesinato del alcalde negro del municipio de Sharpeville, le pidió que se uniera al Grupo de Apoyo Khulumani. En la asamblea general de la organización en 2006, fue nombrada directora nacional de Khulumani. Esta función se ha renovado en posteriores asambleas generales.
Khulumani, quesignifica “alzar la voz” en isiZulú, se fundó en 1995, antes de la formación de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) de Sudáfrica, con el objetivo de facilitar el acceso de las víctimas a los procesos de justicia transicional. En la actualidad, Khulumani cuenta con más de 100.000 víctimas y sobrevivientes de la violencia política y las graves violaciones de derechos humanos de la época del apartheid. Sus miembros fundadores crearon grupos de diálogo con las víctimas en todo el país con el fin de evitar que las víctimas de base queden al margen de los procesos para garantizar la verdad y la justicia. El espíritu de Grupo de Apoyo Khulumaniera intentar garantizar el compromiso directo con las víctimas. “En aquel momento, el lema que se adoptó fue: ‘Nada para nosotrxs sin nosotrxs’, una práctica que ha continuado hasta el presente”, dice Jobson.
Jobson es una licenciada en medicina que ha combinado el activismo por la libertad, la justicia social y la dignidad para todxs con su trabajo profesional. Ha sido asociada de investigación y enseñanza del Instituto de Estudios de la Mujer y el Género de la Universidad de Pretoria durante unos 10 años y miembro de la junta directiva del Centro de Recursos para el Desarrollo Siyavuna, en KwaZulu Natal, que ha sido pionero en la creación de una franquicia social en la que participan agricultorxs orgánicxs rurales.
Pero, ¿qué lecciones ha aprendido de la experiencia sudafricana desde el apartheid?
Jobson explica que los objetivos de la CVR con respecto a las víctimas y lxs sobrevivientes aún no se han realizado o cumplido. Afirma que “la labor de transformar una sociedad tan profundamente dañada por su historia de colonialismo y apartheid como la sudafricana, sigue en marcha. Un enfoque principal de las necesidades de la gente sigue siendo enfrentar sus problemas de salud mental asociados al trauma severo. Tuvieron que pasar 20 años para que se hablara de lo extendido que fue el uso de la violencia sexual en la lucha. Ahora Sudáfrica tiene el desafortunado récord de tener una de las mayores prevalencias de violencia de género del mundo. En la época de la CVR (1996 -1997) todavía no se había reconocido el uso de la violación como arma de guerra”. Dice estar agradecida de que por fin haya una situación en el país en la que ya no es vergonzoso admitir la necesidad de sanar. Explica: “Las exigencias de la lucha eran tan onerosas que los líderes instruían a la gente: ‘No lloren. Sigan adelante'”.
Jobson aprecia ser miembro de la red INOVAS por su objetivo de situar a las víctimas y lxs sobrevivientes en el centro de los procesos de justicia transicional. Espera que la red contribuya a transformar todas las formas en que las víctimas no son atendidas por los procesos de justicia transicional, especialmente en relación con las reparaciones como una medida muy necesaria para ayudar a reparar los daños. Estas son cuestiones que afectan a todxs lxs miembros de INOVAS. Un punto clave de las discusiones estratégicas de INOVAS ha sido el rechazo de la práctica de considerar a las víctimas como “casos de caridad” que no pueden hablar por sí mismxs. Explica que Grupo de Apoyo Khulumani rechaza el lenguaje de victimismo por el estigma que conlleva.
En su lugar, las víctimas y lxs sobrevivientes pueden dirigir las conversaciones y hablar por sí mismxs.
“La actitud de que una víctima es alguien que necesita ayuda, que necesita que otras personas hagan cosas por ella, es algo que rechazamos”. Todas las víctimas y lxs sobrevivientes tienen voz y derecho a ser escuchadxs”.