Cada contexto trae consigo diferentes lecciones sobre la lucha por la justicia y la rendición de cuentas y para acabar con la impunidad. Cada miembro de INOVAS aporta sus propias habilidades, experiencia y conocimientos sobre cómo se puede hacer, para compartirlos con las actuales y nuevas generaciones de víctimas y sobrevivientes de todo el mundo.
El 30 de abril de 1977, Las Madres de Plaza de Mayo salieron a la plaza en el centro de la capital argentina, Buenos Aires, y exigieron información sobre el paradero de sus seres queridosdesaparecidos.
Era algo inaudito. Argentina estaba bajo la dictadura militar desde enero de 1976: decenas de miles de personas fueron desaparecidas y torturadas, y muchas ejecutadas sumariamente, por supuestas “actividades subversivas”. El régimen también había prohibido las asambleas masivas en espacios públicos, que ahora “las madres” ignoraban.
Sus vigilias se convertirían en algo habitual en la capital argentina, la resistencia a la vista de todos. Algunos de los miembros del movimiento fueron desaparecidas y luego asesinadxs. Pero las madres siguieron adelante.
Según la miembro fundadora de INOVAS, Alicia Partnoy, que entonces estaba incomunicada como presa política, “las madres empezaron a marchar cuando yo estaba desaparecida… así que llamaron mucho la atención sobre lo que estaba pasando en Argentina”.
“Fue realmente gracias a ellas, así como a toda la gente del movimiento de derechos humanos que denunció lo que estaba pasando, que sobreviví”.
“Cuando las madres y las abuelas empezaron en Argentina, se decía que estaban locas… que estaban totalmente fuera de lugar por hacer lo que hacían, llamando a las puertas de los obispos…” recuerda Partnoy. “Como sobrevivientes, no estamos obligadxs a respetar las burocracias. Tenemos esta urgencia, por nuestra propia experiencia”.
La historia de las Madres de la Plaza de Mayo ya es mundialmente célebre, y es uno de los ejemplos más conocidos de víctimas de graves violaciones de derechos humanos que tomaron las riendas y presionaron para que se hiciera justicia y se rindiera cuentas. Uno de los principales éxitos de las madres fue su énfasis en la creación de redes y el desafío a los estereotipos de géneroen Argentina; junto a los esfuerzos coordinados y de base de las organizaciones de derechos humanos y grupos de la sociedad civil, la dictadura acabó rindiendo cuentas a nivel individual y colectivo.
En otros casos, las víctimas y lxs sobrevivientes luchan contra la impunidad y piden justicia y rendición de cuentas en contextos con sociedades menos institucionalizadas (en las que hay que crear o reformar instituciones y organismos para poder hacer frente a los crímenes del pasado) o con un menor cambio de actitud tras el final de un conflicto o de un régimen (en el que la mayoría de la población puede no querer inicialmente que los autores rindan cuentas). En algunos casos, lxs sobrevivientes pueden pedir que se rindan cuentas frente a los mismos funcionarios gubernamentales o militares que perpetraron esos crímenes y que, sin embargo, siguen en el poder.
Sin embargo, hay ejemplos similares en todo el mundo que demuestran las diferentes formas en que las víctimas y lxs sobrevivientes han sentado las bases de los procesos de justicia, o han presionado a esos procesos para que hagan más por las víctimas de la represión sistémica, los crímenes de guerra, los crímenes de lesa humanidad y otras graves violaciones de derechos humanos.
El Grupo de Apoyo Khulumani, un “grupo de autoayuda para sobrevivientes” fundado inmediatamente después del Apartheid en 1995 en Sudáfrica, se ha convertido en una especie de movimiento social de masas al priorizar el enfoque centrado en las víctimas para darles un mejor acceso a los procesos de justicia transicional. Uno de los lemas del grupo, “transformar las víctimas del Apartheid en vencedores”, ejemplifica este enfoque. Formed in the anticipation of a transitional justice process in South Africa, which happened with the government’s formation of the Truth and Reconciliation Commission, Khulumani has always prioritised theejemplifica este enfoque. beaurocrat participación de las víctimas empoderadas en lugar de lxs burócratas profesionales; como recuerda Marjorie Jobson, miembro fundadora de INOVAS, “en aquel momento [immediately after the fall of Apartheid], el lema que se adoptó fue:‘Nada para nosotrxs sin nosotrxs‘, una práctica que ha continuado hasta el presente”. Aun así, las huellas de los crímenes graves dejan marcas indelebles en las sociedades que pueden tardar muchas más décadas en cicatrizar: una de las razones por las que Khulumani da prioridad a temas como el empoderamiento económico de lxs sobrevivientes y los modelos de empoderamiento comunitario informados por el trauma, a fin de abordar las numerosas cicatrices mentales y traumáticas dentro de una sociedad dejadas por graves abusos colectivos de los derechos, de los cuales el Apartheid es sólo un ejemplo pertinente.
En Guatemala, el fin del conflicto abrió el camino a un proceso de justicia transicional que incluía el pago de reparaciones a víctimas y sobrevivientes. Sin embargo, esto puede significar el fin de una lucha y el comienzo de otra. Aunque alrededor del 40% de las víctimas de todo el país han recibido algún tipo de reparación, el proceso ha sido lento. Los intentos de las autoridades nacionales de cerrar los organismos encargados de vigilar el cumplimiento, como si el caso de décadas de guerra estuviera prácticamente cerrado, han llevado a lxs defensorxs de derechos humanos, a lxs activistas y a otras personas a continuar la lucha por la justicia y la rendición de cuentas. El miembro fundador de INOVAS, Miguel Itzep, ha sido fundamental en esa lucha, pidiendo que el gobierno se comprometa a mantener su proceso de reparaciones y a abordar la discriminación sistémica contra las poblaciones indígenas(uno de los rasgos característicos del conflicto de Guatemala), para garantizar que se logra una verdadera justicia y rendición de cuentas.
Banner Photo Credit: Impunity Watch