Ram Kumar Bhandari era un estudiante activista durante sus estudios universitarios en Nepal cuando el Estado desapareció a su padre. Era el año 2001, a más de medio camino (1996-2006) del conflicto armado de diez años (1996-2006) del país entre los rebeldes maoístas y las fuerzas progubernamentales. Murieron unas 18.000 personas, hubo miles de personas heridas, torturadas, violadas y más de 13.000 desaparecidas. Bhandari también fue detenido y torturado, arrestado varias veces por períodos cortos, y desplazado de su aldea rural de origen situada en la zona montañosa del oeste de Nepal.
“Durante esos años, el gobierno oprimía mucho a la gente: desaparecía, mataba y abusaba de muchos derechos humanos”, recuerda. “Mi padre fue detenido y nunca apareció. Desapareció”.
“Visité diferentes organizaciones de derechos humanos, los tribunales locales, el tribunal supremo… [tratando] de hacer todo lo posible para encontrar información. Nada funcionó”, dice Bhandari. “Pero más tarde conocí a otras familias que tuvieron experiencias como la mía”.
Bhandari se convirtió en un activista de los derechos, organizando a personas como él – las familias de lxs desaparecidxs – para exigir y recibir respuestas.
“Empecé a pensar que necesitábamos crear un pequeño grupo a través del cual pudiéramos trabajar colectivamente y reunir a más gente para crear alguna forma de solidaridad y animarnos a luchar contra las injusticias”.
En 2006 se creó una pequeña asociación de familias, a la que siguieron otras. Bhandari explica cómo empezaron entonces a “construir nuestra red desde el nivel local hasta el nacional”, hasta que se formó una red nacional de familias de desaparecidxs en 2009.
Más adelante, Bhandari lanzó una emisora de radio comunitaria local, una red de familias de desaparecidxs (conocida como NEFAD), el Comité para la Justicia Social, la Plataforma Común de Víctimas del Conflicto para la Justicia Transicional, la Alianza Nacional de Víctimas del Conflicto, La Red Nacional de Víctimas y Supervivientes de Graves Violaciones de los Derechos Humanos y varios grupos comunitarios. También ha dirigido peticiones al Comité de Derechos Humanos de la ONU, al Grupo de Trabajo de la ONU sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias, y al Tribunal Supremo de Nepal. Ahora tiene más de una década de experiencia trabajando con comunidades marginalizadas y sus redes en Nepal y en Asia meridional – especialmente entre las familias de lxs desaparecidxs, las víctimas del conflicto, lxs jóvenes excombatientes, las minorías étnicas y los grupos de mujeres rurales – para facilitar la investigación de acción participativa, desarrollar modelos de campaña y estrategias de incidencia política que promuevan la revelación de la verdad, la justicia y la conmemoración comunitaria, el movimiento de base y la transformación social.
Aquella primera experiencia se convirtió en una palabra clave para el tipo de activismo e incidencia política que Bhandari ha practicado desde entonces: organización y creación de redes desde la base, de lo local a lo nacional y a lo internacional. “La solución está siempre en el ámbito local, pero eso informa el trabajo a nivel nacional e internacional”, cree.
En parte motivado por la investigación de Bhandari sobre la necesidad de la participación de las víctimas en los procesos de justicia, ese trabajo le dio finalmente la idea de una red internacional para víctimas y sobrevivientes de delitos graves. Bhandari recuerda haber conocido a activistas de distintas partes del mundo en conferencias, “y siempre pensaba: ‘Quizá algún día podamos tener todos una representación más fuerte, algo transregional, transcontinental'”.
Así nació la idea de INOVAS.
Bhandari describe la idea de la red como el objetivo de “construir un activismo colectivo para representar nuestra voz a nivel nacional e internacional” y “reforzar la participación a nivel nacional e internacional para la elaboración de políticas y la toma de decisiones”.
“Nos reunimos para volver a empoderarnos”, dice. “Y eso es una experiencia de empoderamiento”.