Ahmad Helmi estaba a las puertas de la Universidad de Damasco el 12 de diciembre de 2012 cuando agentes de seguridad vestidos de civil lo sacaron de la calle y lo metieron en un vehículo.

Helmi había pasado los dos últimos años como activista no violento que había cofundado el Comité de Coordinación Local en Darayya, un suburbio de Damasco que se convirtió en un símbolo del movimiento de oposición anti-Assad después de 2011.

Ese día, a las puertas de la Universidad de Damasco, comenzó el viaje de tres años de Helmi a través del tristemente célebre sistema de detención de Siria, que ha engullido a unas 100.000 personas por medio de detenciones arbitrarias, secuestros y desapariciones forzadas, y que probablemente ha cobrado la vida de muchas más de las 14.000 personas muertas bajo custodia del Estado según los recuentos de los grupos de derechos humanos.. Aunque todos los actores del conflicto sirio han recurrido a las detenciones arbitrarias y las desapariciones forzadas, la Comisión de Investigación de la ONU sobre Siria ha declarado que la política de detenciones, desapariciones y torturas del gobierno sirio “equivale a un exterminio”. En casi 10 años de conflicto, los testimonios desde el interior de los centros de detención del gobierno que señalan horribles abusos como la tortura, las ejecuciones arbitrarias, las violaciones y la inanición se han convertido en algo habitual.

Helmi fue uno de los más afortunados. Tras ser trasladado a nueve centros diferentes en tres años, consiguió salir solo porque su familia pagó un soborno de 30.000 dólares. Puede que eso le haya salvado la vida.

Tras llegar finalmente a Turquía, Helmi recuerda: “Empecé a pensar, como sobreviviente, qué tipo de apoyo había recibido una vez que llegué [there], y realmente no había ningún tipo de apoyo sistemático para las víctimas o lxs sobrevivientes”.

“No conocía ningún espacio en el que pudiera abogar o luchar por mis amigos que dejé atrás en la detención”, recuerda.

#ACandleToRemember [#UnaVelaParaRecordar] – Campaña de Ta’afi en favor de las víctimas de la detención en Siria

Fueron amigxs, y amigxs de amigxs, lxs que ayudaron. Un amigo, al que el propio Helmi había apoyado dentro de su celda abarrotada durante una temporada especialmente mala en la prisión militar, ayudó después a Helmi cuando lo necesitó. “Cuando salí, fue él quien me apoyó. Conseguí una casa, un trabajo, dinero a través de los amigos… pero cualquiera que no tuviera esa gran gente a su alrededor, se perdería”.

“Por eso pensé que tenía que crear algún tipo de apoyo sistemático – como el que yo tuve – de sobrevivientes a sobrevivientes”, dice Helmi.

Así nació la idea de Ta’afi . Helmi fundó la organización en Gaziantep en 2017, gracias al apoyo de la ONG siria Kesh Malek, con el objetivo de apoyar a las víctimas y lxs sobrevivientes de la tortura y la desaparición forzada, hacer campaña por la justicia y la rendición de cuentas junto a las víctimas y lxs sobrevivientes, y abogar por cambios legales contra estos abusos. Ta’afiha apoyado a lxs detenidxs recién liberadxs buscándoles oportunidades de trabajo, y ha defendido el expediente de lxs detenidxs sirixs a nivel internacional.

Desde entonces, Ta’afiha sido responsable de la formación de una red de solidaridad de 120 sobrevivientes de la detención en Siria, conectando a lxs sobrevivientes entre ellxs ycon otras partes interesadas.

Ta’afi refleja la profunda creencia de Helmi en la importancia de procesos dejusticia y rendición de cuentas por graves violaciones del derecho internacional que son liderados por las víctimas, tanto en Siria como en el resto del mundo.

Pero, ¿por qué eso es tan importante? Helmi responde poniéndose a sí mismo como ejemplo. “Sé exactamente qué tipo de comida se daba en la cárcel, porque he comido la comida en la cárcel. Sé exactamente por qué la desaparición forzada no debería volver a ocurrir, porque he estado allí. Mi madre sabe exactamente cómo una madre no debe perder a su ser querido y cómo ayudarle… porque lo ha vivido”, dice.

“Las víctimas saben exactamente lo que pasó. Así que pregúntales qué significa la ‘justicia’ para ellxs. Inclúyelxs, porque al principio luchar por la justicia y participar en los procesos de justicia y rendición de cuentas es un reconocimiento para las propias víctimas”.

Para Helmi, INOVAS significa comunidad. “Para mí fue como encontrar una familia aunque no todxs hablamos el mismo idioma”.

“Realmente sentí que formaba parte de un movimiento más grande, un movimiento mundial. Comparto algo con toda esta gente, y siento que con ellxs puedo seguir luchando otros 50 años”.